Premio Tarazona y el Moncayo: Miguel Rellan – Sentimiento y honradez así de rotundos
Vivir a Miguel Rellán en la escena no es que deje rastro o huella, es muchísimo más, pues imprime en nosotros ese calado hondo que sólo los grandes poseen y gozan. Con sencillez y humildad funde la rotundidad del sentimiento, pues nos deja tocados, afectados, emocionalmente atrapados. En época de pandemia, hay que hablar de otros contagios, los del alma, pues nuestro homenajeado sabe imprimir y regalar la valiosa apuesta por la sinceridad desde su particular química de las ánimas.
Su gran papel, pasión y crítica, amor y humor, con la elegancia de un clásico para hacernos llegar la sabiduría y los misterios del alma humana. ¿Y qué sería de vos —y de ellos— sin los José Luis? José Luis Garci, José Luis Borau, José Luis Cuerda… aunque también Fernando Colomo, Pilar Miró… ahí detrás. Cerca de doscientos personajes, un indispensable del cine español.
El honesto lo es primero consigo mismo y eso se traslada y transparenta en todas las grandes interpretaciones de Rellán. Nos identificamos con sus personajes desde el primer timbre de su voz, desde sus acciones que son actos, desde lo que le duele, goza, siente o perturba. Honestidad que habla de lo decoroso, lo razonable y también lo honrado.
Quizá sea esta honradez lo que destila este actor que si hubiera nacido en los USA ya tendría dos o tres Oscars y varias nominaciones en la espalda, o en su corazón abierto. Porque su pacto sincero así lo demuestra. Si alguien dijo eso de “humano, demasiado humano”, yo recordaría con Rellán la belleza de espetar: “honrado, demasiado honrado”, querido Miguel.
Carlos Gurpegui