Emilio Gutiérrez Caba – Una saga imprescindible

Nombrar el apellido Caba en los ambientes artísticos de nuestro país son palabras mayores. La tele, aquella vieja tele de los sesenta sobre todo que ahora tanto mitificamos, a veces incluso con razón, nos trajo a los españolitos de entonces los apellidos Gutiérrez y Caba, que sumábamos al de Alba, en diversas combinaciones que tenían un denominador común: el amor al teatro y la calidad como norma.

Emilio Gutiérrez Caba era jovencito por entonces, y de momento el hermano pequeño de las grandes Irene y Julia. Y, por si fuera poco, sobrino de las divertidísimas Caba Alba; y cuando supimos algo más de todos ellos conocimos que se remontaba la saga al menos hasta su bisabuelo.

Toda la vida entre actores, toda la vida respirando el aroma de las tablas. De hecho nació durante una gira de sus progenitores. Cómo iba a ser otra cosa el bueno de Emilio.

Como ocurre con Varela, yo le conocí por los Estudios uno de la tele de entonces. Esos que algunos decían que quitarían afluencia a los teatros y que ahora tantos y tantos echamos de menos. Su carrera en ese medio es tan larga, variada y plagada de grandes títulos que nos llevaría páginas y más páginas simplemente comentarla. Pero permítanme que recuerde algunos como “El jardín de los cerezos”, “Deseo bajo los olmos” o “El tragaluz”, simplemente para que observen la calidad de las propuestas.

Emilio G Caba 01

Su carrera sobre las tablas le ha permitido ser considerado uno de los grandes e incluso un maestro de actores. A título personal me permito recordar que interpretó en el Teatro de la Comedia de Madrid, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el papel central de “El sí de las niñas” justo cuando contaba con la misma edad que el personaje.

Su entrada en el cine fue a lo grande. Dos papeles en películas que ocupan un lugar preeminente en nuestra historia: “Nueve cartas a Berta” y “La caza”. La primera nos permitió conocer a un director imprescindible como Martín Patino y la segunda pasa por ser uno de los mayores aciertos de nuestro paisano Saura: un ejemplo de lectura entre líneas para hablar de lo que otros obviaban.

Emilio era el jovencito que sobrevive en la cacería en que se aniquilan Prada, Mayo y Merlo, todos ellos, ay, ya no entre nosotros. Había que saber estar entre estos grandes de la interpretación, y allí estuvo.

Fue el protagonista de la opera prima de Pilar Miró, “La petición”, película de atrevido planteamiento injustamente olvidada. Y ha seguido siendo protagonista y con frecuencia actor de reparto de los que dan auténtico lustre al producto –algo consustancial a nuestro cine- en una larga y fecunda carrera que sigue y que seguro nos deparará nuevos éxitos.

Con nuestro Paco coincidió en “¿Qué hacemos con los hijos?”, donde era uno de sus vástagos. Un éxito procedente de una obra de Carlos Llopis, uno de los favoritos de nuestro paisano.

Al igual que le ocurrió a nuestro otro premiado Luis Varela, la moderna televisión le proporcionó una enorme popularidad gracias a la series: es evidente que los espectadores, por ejemplo, de “Gran Reserva”, suman a lo largo de sus temporadas muchos más que los del teatro o del cine, pero permítanme decirles que aquellos que le seguimos tanto a él como a su ilustre familia –ahora felizmente ampliada con Irene Escolar, su sobrina nieta- no necesitamos de estos éxitos para saber que estamos ante uno de los grandes de la interpretación en nuestro país.

FERNANDO GRACIA