Luisa Gavasa, Premio Tarazona y el Moncayo
Brillante, única e irrepetible
La Gavasa ha marcado un antes y un después en el cine aragonés. Su Luisa en “De tu ventana a la mía” presentó al gran público toda la potencia de su saber hacer, la construcción de un personaje eterno, bello, mártir y luchador como ninguno, donde sus miradas hacia el infinito de lo moral interpelaban nuestros corazones tocados y emocionados. Y, a continuación, otro gran regalo para nuestro cine, la Madre de “La novia”, el arquetipo para el olimpo de nuestra cultura —Federico y todo lo demás—, agarrando las riendas de Asier Etxeandía en un mundo que podría ser de Pasolini, de John Ford, pero también de Haneke o Von Trier.
Herederos de Tarkovski, aprendemos a mirar, y a la vez a ser y estar. Luisa Gavasa de la mano de Paula Ortiz, y Paula de la mano de Luisa. En “De tu ventana a la mía” se construyó una invitación personal a amar, a imaginar los espejos y reflejos de tres voces, tres mujeres rotas y renacidas. En “La novia”, las constelaciones sobrevuelan el firmamento de familias imposibles, en el deseo tapado, en los amores robados. Preocupadas por ‘lo trágico’, Luisa y Paula declinan juntas la máxima de ‘contemplar para comprender’ en la necesidad de reconciliación de familias y pueblos. Dos mujeres, Gavasa y Ortiz, que han dado a luz juntas un nuevo alfabeto de lo íntimo, pero que también —a lo Ken Russell— declinan el alma, haciendo así un espíritu más sabio. Gavasa deletrea, porque Luisa destila humanidad y compromiso, solidaridad e ideología, compañerismo y oficio, además de todas las virtudes innatas como actriz. Porque la Gavasa es ya de todas y todos los aragoneses, escrito en cuadro y busto de Goya. Porque todos los reconocimientos de sus paisanos, en este su gran año, no hacen otra cosa que transmitir el cariño que le tenemos, a la vez que mostrar el orgullo de tener en Luisa a una trabajadora infatigable, ilusionante, tenaz, pero sobre todo, a una actriz brillante, única e irrepetible, completa como la rotundidad de sus interpretaciones, a la par que serena, en la paz del trabajo generoso y bien hecho.
CARLOS GURPEGUI