Premio Talento de Comedia: Cristina Gallego – Una intérprete tan abisal como abismal
Cristina Gallego tiene dos grandes ojos por los que también habla. Podríamos decir entonces, sin desviarnos mucho, que cuenta con tres bocas. Ella hubiera encandilado a surrealistas como Cocteau. Con estas tres bocas habla y se expresa con gran locuacidad, entusiasmo y suma maestría. Con ellas tres se alimenta de la vida bonita que le rodea. Con las tres besa personas, animales y causas. Las aterriza al terreno de lo íntimo y personal —como la película—, para desde ahí, con profundidad y celo, componer como intérprete totale la sinfonía que es cada uno de sus personajes en escena.
Cristina coincide con Cocteau en su versatilidad y falta de convencionalismos, un diamante en bruto para estos tiempos de posverdad. Si la distopía existe, yo me abono a la Gallegotopía, es decir, ese lugar bueno y utópico donde anidan las bellas virtudes cívicas representadas en tablas y plasma, una voz de la conciencia que cuando te susurra al oído hace que despiertes y abras los ojos igual que sus tres grandes bocas. Despiertes y seas mejor.
Tan poética como honda y abisal, Gallego es una actriz de arquitectura sentimental y emocional tan fina, que la hace única e imprescindible en nuestro panorama de las artes. Sus protagonistas son retos, composiciones, ilusiones, querencias y, si me apuras, nuevas dobles vidas como las de Verónica de Kieślowski, tejiendo océanos de tiempo (tiki-taka) para reencontrarnos en otras épocas para el gesto y en trópicos con serenatas de ukelele.
Porque nuestra reconocida de hoy es la reencarnación de múltiples almas a partir de una receptividad ilimitada, la capacidad de escucha y una generosidad bárbara en cada uno de sus protagonistas, capítulos de dramedia para estados morales de la bambalina o la candileja. Y de un talento abismal. Si Fellini estuviera aquí, se la hubiera llevado para todo: una nueva Masina, la gran Cristina Gallego. Así es, así la llaman. Prendan fuego, pues.
CARLOS GURPEGUI