Premio Tarazona y el Moncayo: Elena Irureta – La bella experiencia de la interpretación

Llevaba muchos años en la interpretación Elena Irureta, la conocíamos más o menos bien los que frecuentamos las salas, pero a juicio de los productores, todavía no era un rostro popular a escala nacional, justo lo que Aitor Gabilondo buscaba para encarnar a las protagonistas de la serie Patria, que iba a dirigir.

Así le llegó el papel de Bittori a Elena, como a su amiga Ane Gabarain el de su rival en la historia imaginada por Fernando Aramburu.

Para mí no fue ninguna sorpresa que aquella actriz, a la que había visto trabaja para Julio Medem, Calparsoro o Itziar Bollain, triunfara en un rol que tal parecía haberse escrito pensando en ella. A sus más de sesenta años acumulaba tal número de experiencias en la interpretación, tanto en el teatro, en la tele autonómica como en el cine, que nadie podía dudar de su éxito.

Esta guipuzcoana de Zumaya, población a la que siempre está volviendo y donde incluso ha puesto en marcha otras iniciativas no precisamente relacionadas con la interpretación, ha venido a representar en cierta forma el paradigma de la mujer euskalduna, bilingüe, familiar, amante de la tierra, de apariencia seria pero con un afinado sentido del humor, incluso muy divertida cuando la ocasión lo requiere.

Ahora que repaso su extensa filmografía, donde más se detiene mi memoria es en su papel en la excelente película de la Bollain Flores de otro mundo. No era la protagonista, de hecho podríamos definir la obra como coral, pero creo recordar que aquella fue la primera vez que retuve su nombre en el disco duro de mi memoria.

Por eso, cuando no hace mucho me enteré que el muchacho que protagonizaba La consagración de la primavera era su sobrino, no me lo pensé dos veces y fui uno de los pocos que fue a una sala a verla. Y en buena hora, ya que en mi opinión fue una de las mejores películas españolas de hace dos años, por no decir la mejor.

Sé que Elena adora a su sobrino, como seguro ocurre a la inversa. Ese abrazo cuando Telmo recibió su merecido goya como actor revelación, nos emocionó a muchos cuando lo vimos en directo. Tenía el muchacho en la familia el mejor ejemplo que seguir, el de esta mujer de limpia mirada, levemente irónica cuando quiere y siempre, siempre, fiable.

Posiblemente, porque los espectadores vemos en ella a alguien como nosotros. Y todo ello sin recurrir a la brocha gorda, con sutileza, como la artista que es.

FERNANDO GRACIA GUÍA